viernes, 23 de enero de 2015

Saltar y temer caer sin remedio a un vacío lleno de sueños rotos.

¿Qué busco esta noche, si al estirar la mano no encuentro más que sábanas frías? ¿Dónde está el cálido batir de alas de tu corazón? ¿Dónde quedaron tus alas plegadas? Si esta noche no puedes volar sobre mis cuerdas y puntear con tus pies las cuerdas de mi guitarra, amor, te digo que no merece la pena honrar a ningún dios ni musa sin tus besos de inspiración. ¿Qué hago yo ya, más que echarte de menos, si tengo las alas rotas y ya no puedo despegar?

Y quizá sea esta noche, esta noche de luna azul en las que me vuelva a coser mis alas rotas, e intentar, por ti, intentar de nuevo despegar, separar mis pies de plomo del suelo y saltar sin temer la caída. No quiero pensar que si caigo mis sueños rotos volverán a clavarse profundo dentro de mí, que me volveré a romper. Y sin embargo aquí estoy, dispuesta a lanzarme sin mirar al vacío, sin pensar por un momento en la posibilidad de despegar, pero voy a saltar, y si me caigo, que pase lo que tenga que pasar.

Y cierro los ojos con miedo a caer, siendo el aire frío contra mi cuerpo en un corte limpio y caigo… ¿Caigo? No. Oigo el batir de mis alas y veo cada vez más cerca las estrellas, cada vez más lejos las luces de esta cuidad gris de recuerdos dolorosos y sueños frustrados y rotos, de sentimientos que nacieron ya con la soga al cuello, condenados no por mí.
Pero camino a pesar de todo, camino sin suelo, en el aire, presa de un frenesí de fantasía que jamás pensé volver a sentir a flor de piel, y tú. Tú estás ahí, con esa media sonrisa, con esa mitad que completa la mía. Quizá somos dos corazones rotos cuyos pedazos encajaban, dos sonrisas descosidas que unieron sus hilos para formas una sola, quizá somos simplemente pájaros con un ala rota y deseos de volar, quizá no somos más que lo que otros no quisieron, lo que dejaron atrás. Pero eso sería como decir que no somos más que pedazos de carne.

Pero tú estás ahí, y siento tus brazos en mi cintura y tu boca en mi cuello, y siento cómo mis manos se hunden en tu pelo, como se me descose la sonrisa para coserte a ti una más grande. Como se funde mi corazón para que tú repares el tuyo.


Quizá, y sólo quizá, esta vez me voy a permitir querer (de) más.


-----------------------------------------------

Hola, Eme.

~ Hachiko.

No hay comentarios:

Publicar un comentario